Con aire despreocupado un joven se acercó a ella, quebrando la quietud de sus atolondrados pensamientos.
- Así que vos sos la chica Fernet ¿no? Le dijo sonriendo, escupiendo sarcasmo en cada palabra.
Levantó la mirada unos momentos, para conocer a su interlocutor, pero sin emitir gestos ni palabras volvió a fijar la vista en la nada que observaba por la ventana.
- Eso dicen mis amigos- susurró la muchacha sin expresión alguna.
- A mí me parece que vos sos como un Fernet mal preparado, ¡pura espuma! No debes tener ni idea lo que es tomar, ¿Sabes las noches de alcohol que te faltan para que te nombren de esa forma? Mí itinerario guarda años de vasos vacíos, de borracheras despilfarradas. ¡Por mi venas corre Fernet Branca, mi esencia tiene su sabor impregnado!
Acabada la frase de aquel parlanchín fanfarrón, la mujer le clavó la mirada con desprecio, se levantó acelerada por un impulso y de un golpe seco lo desplomó sobre la mesa. Con una fuerza inexplicable, lo agarró de un brazo y lo estrujó como a una toalla mojada. La gente del bar contemplaba la escena perpleja, espantada.
Ella, tranquila, con la delicadeza de una doncella, comenzó a extraer de aquel cuerpo inmóvil todo el espumante brebaje que lo colmaba. Bebioselo todo, hasta la última gota, hasta hacer desaparecer por completo a ese importuno muchacho que se atrevió a dudar sobre su tan reconocido apodo de “la chica Fernet”.
2 comentarios:
¡Laupecto! De los fantásticos que a mi me gustan.
Salud!
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