jueves, 25 de noviembre de 2010
En los cristales se refleja un rostro que no puedo distinguir. Unos ojos color borgoña me contemplan desafiantes. Se empaña el cielo y se dibujan en la niebla los sonidos más penosos. El vidrio estalla, ese par de ojos se transforma el miles de ojos, ese difuso rostro se multiplica ahora en miles de rostros. La lluvia de cristales quiebra el silencio que me rodeaba. No me asusta, no tengo miedo. No estoy allí. Mis ojos se tiñen, se funden en vino, siento el aire que golpea mi vacío rostro. Estoy allí, pero del otro lado.
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3 comentarios:
¿La masa? No creo. Esto bien podría ser un microrrelato o un camionetarrelato o un fititorrelato, dependiendo el rodado
Es un tremendorelato. Está DEMASIADO bueno...muy muy muy interesante...
Cuando un vidrio se rompe se pueden caer los ojos en mil pedazos.
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